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Qué significa hoy BIM, y qué puede llegar a significar

Enviado por el Arquitecto Alberto Montealegre Beach (MONTEALEGRE BEACH ARQUITECTOS)

La sigla BIM es de difícil traducción. No porque el significado literal de “Building Information Model” nos resulte todavía un tanto ambiguo cuando se lo traduce al castellano. Sino porque se trata más bien de un concepto ideológico, que de uno meramente técnico. Pues decir en castellano “Modelo de Información Constructiva”, por muy ajustado técnicamente a la traducción literal que sea, no parece aún reflejar “exactamente” lo que es decir BIM. En cambio, es ideológico, porque engloba muy fuertemente la idea de un tipo específico de herramienta y un supuesto rendimiento que la identifica con la vanguardia en el mercado y en la industria. Y con ello, todo un conjunto de mágicas nuevas prestaciones en las que BIM habría llegado para superar a CAD y liderar en el campo del diseño.

El concepto ideológico detrás de BIM ha sido puesto de manifiesto con la aparición publicitaria de herramientas computacionales de apoyo al diseño relativamente nuevas en el mercado, hecho ocurrido no más atrás que los primeros años 2000, siendo que muchas de estas herramientas ya existían desde mucho tiempo antes. Como estrategia comercial, se acuñó el concepto BIM para nombrar específicamente la conjunción de un modelo tridimensional paramétrico y una base de datos, siendo esta operación básicamente la apropiación y la identificación de la idea de “modelo” con el de “maqueta” o modelo tridimensional. BIM sería la representación espacial de la base de datos asociada.

Sin embargo, me parece que es interesante extender la idea de BIM más allá de su, hasta ahora, tradicional uso comercial que la asocia a un tipo de software específico. Dependiendo del significado que se atribuya a la idea de “Modelo”, el concepto BIM puede representar no a un tipo de producto, herramienta u operación, sino a un estado de la cultura técnica. En efecto, puede perfectamente afirmarse que el concepto BIM ha estado con nosotros desde mucho tiempo antes. Antes del software 3D. Modelo BIM, por ejemplo, puede ser una representación numérica que asocie espacios, superficies, estructuras, terminaciones y fases constructivas en una planilla de cálculo. BIM puede ser también simplemente una planilla itemizada con el presupuesto detallado de una obra. BIM puede ser un inventario, un catálogo de existencias. BIM puede ser una programación de tareas. BIM puede ser un conjunto coherente de procedimientos de administración de proyectos para conseguir el resultado exitoso de una tarea o para el mantenimiento de infraestructura. O cualquier otro modelo de simulación-representación de la realidad.

Pero para que toda esta idea amplia de Modelo o de modelos pueda integrarse en un solo concepto, debe cumplirse una condición: que todas esas formas de modelo sean la representación de una única base de datos mayor que las englobe a todas. BIM sería entonces la construcción de esta única base de datos común cuya existencia y constitución es el resultado acumulativo y colaborativo de la suma de todas esos modelos relacionados. Es decir, en vez de concebir BIM como una técnica o una herramienta que se ubica al “inicio” y que condiciona o faculta un tipo de resultado virtud de la herramienta, BIM es el resultado o el punto de llegada o, mejor dicho, un nivel de desarrollo alcanzado para el que la herramienta (software 3D, planilla de cálculo, programador de obras, administrador de base de taos, etc.) es un mero mecanismo más o menos adecuado para conseguir ese estado.

Y, consecuentemente, el estado de la técnica que puede así denominarse BIM es la mentalidad, los procedimientos y la calidad de una industria autoconsciente de su participación colaborativa en la construcción de un todo.

Por ello, BIM no es la mera integración tridimensional del diseño multidisciplinario, como en el caso de una coordinación y Revisión de Interferencias (Clash Control), sino el resultado final de ese proceso, que conduce a la producción final de planos y documentos de construcción adecuados para su empleo exitoso en obra, donde esas eventuales colisiones hayan sido ya superadas y corregidas. Tampoco BIM es la mera capacidad técnica de “interrogar” el modelo obteniendo de él cubicaciones o listados de elementos y sus parámetros; es la organización itemizada de la información en niveles de desarrollo incrementales para su empleo progresivo y diverso. Es el “output” el que tiene el grado BIM, y no el recurso técnico para hacer el “input”. No hacemos BIM porque empleamos software BIM; es más bien lo contrario, empleamos software adecuado para conducirnos a un estado BIM de la producción.

La idea de BIM como un estado de la cultura técnica es necesariamente una acción colectiva y social. Engloba a toda la industria en su conjunto tanto desde la perspectiva de los usuarios, como también de la de los productores, los planificadores y los administradores. Esta integración exige una autoconsciencia y una empatía con el medio pues debe ser capaz de comprehender las diferentes necesidades y expectativas y encontrar un grado de aplicación y desarrollo satisfactorio y adecuado para todos. La creación de estándares BIM y la definición de normas de empleo de estos estándares, debe ser asumida por toda la colectividad. Un estándar debe ser un proyecto nacional. Además, diría, gratuito pues, si verdaderamente ha de tener éxito, no deben oponerse barreras para su empleo y aprovechamiento. Por el contrario, la generación auténtica de una cultura técnica BIM no sólo es cuestión de buenos estándares, sino, sobre todo de buena voluntad y de mentalidad orientada a la calidad. Calidad de los servicios, de los productos y de los usos.

Me parece que otro ingrediente lógico e imprescindible, y por lo demás, absolutamente dependiente de un nivel que se haya alcanzado en este desarrollo cultural, es la generosidad. No se puede integrar una cultura BIM de la Industria de la construcción sin estar dispuesto a una cuota de “servicio” gratuito ofrecido a los demás: mis desarrollos no sólo son para mi propio aprovechamiento, sino que la calidad de mi trabajo está orientada y destinada a la integración de los aportes de los demás futuros actores, usuarios y proyectistas. Si bien esto se presta para el abuso, esa capacidad de transferir el trabajo a través del intercambio de archivos, que ya estaba disponible en la tecnología CAD, con el software BIM se agudiza e incrementa como si se tratara de una nueva e ineluctable regla del juego. La generosidad en este nuevo ámbito, exige algo así como el desarrollo de un “arte de la generosidad” o una destreza sostenible. Esta es una idea que palpita también debajo del slogan “OpenBIM” que se ha ido acuñando internacionalmente. Pues no es sólo el beneficio económico el que subyace en la integración multiplataformas de archivos “BIM”, como, por ejemplo, el formato IFC. También está ahí la necesidad de abrir puertas (y de mantenerlas abiertas) para una mejor convivencia y participación de los beneficios del desarrollo en todo el mundo.